La Ciudad de México es una ciudad de contrastes. La fascinante complejidad de la capital se nutre de la intersección entre la tradición y la vanguardia, lo urbano y lo natural, lo cosmopolita y lo local. Sin embargo, no todos los contrastes presentes en la capital son enriquecedores. En el corazón de la ciudad, también persisten desigualdades que abren pronunciadas brechas entre sus habitantes.

Una de las brechas más dramáticas es la económica, la cual se ve reflejada en la distribución salarial. Según Oxfam, en la CDMX, el 10% de los hogares más ricos reciben el 45% del ingreso total. Esto significa que el 10% de los hogares más ricos concentra 20 veces más ingreso que el 20% más pobre.

Se ha demostrado que, en la Ciudad de México, la brecha económica tiene una importante dimensión geográfica. Por un lado, la zona oriental de la ciudad alberga las alcaldías con la mayor población en situación de pobreza, mientras que en la zona poniente se encuentran aquellas con índices más bajos. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, el 68.3% de la población en Iztapalapa vive en condiciones de pobreza, en contraste con el 28.8% en Benito Juárez. De manera similar, en Milpa Alta el índice de pobreza alcanza el 54.7%, mientras que en Miguel Hidalgo es tan solo del 12.5%.

La brecha entre el oriente y el poniente de la ciudad también se refleja en el acceso a servicios públicos básicos. El acceso al agua potable es un ejemplo claro de cómo estas desigualdades se manifiestan en ambos polos de la capital. En 2019, en algunas zonas de la ciudad, como las Lomas de Chapultepec, había una disponibilidad de alrededor de mil litros diarios por persona, mientras que, en algunas colonias de Iztapalapa, el suministro disponible no alcanzaba ni para 20 litros por persona y era entregado de manera intermitente, por pipas o tandeo. Esto da como resultado una sociedad donde se impone la desigualdad en el acceso a oportunidades, la inequidad en los servicios públicos básicos y la polarización social.

Las brechas económicas y geográficas se entrelazan con otros factores que amplifican las desigualdades, como el género, la edad, el tono de piel, la pertenencia a comunidades indígenas y la situación motriz o cognitiva de cada persona. Hay que recordar que, del total de la población de la Ciudad de México, 52.6% son mujeres, 11.2% pertenece a pueblos indígenas, y 7.3% presenta alguna incapacidad física o mental. Dado que un porcentaje considerable de los habitantes de la ciudad se ve afectado por uno o varios de estos factores, es fundamental abordar las desigualdades de manera integral.

Ante este desafiante panorama, Santiago Taboada emerge con una visión audaz sobre la desigualdad en la ciudad, a la que ha denominado “emparejar la cancha”. Para construir una ciudad de oportunidades para todos, Taboada propone medidas como implementar el salario rosa chilango para todas las mujeres, devolver las estancias infantiles y escuelas de tiempo completo para beneficiar a la niñez y a las madres trabajadoras, la renovación integral de las escuelas públicas bajo el programa Escuela Digna y el programa PriVi (Tu Primer Vivienda), destinado a proporcionar a los jóvenes viviendas dignas, bien conectadas y sostenibles.

La perspectiva interseccional y multidimensional de Taboada tendrá un efecto igualador en las grandes disparidades de la capital, lo que permitirá asegurar un futuro más justo y equitativo para todos los habitantes. El cambio viene a construir una verdadera ciudad de oportunidades, donde cada capitalino pueda alcanzar su máximo potencial, sin importar en qué zona de la ciudad viva o a qué grupo social pertenezca.

Diputada Federal

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